INTRODUCCIÓN
En el presente tema abarcaremos un tanto sobre las falacias y los tipos
de falacias que hay, se hablara de las funciones de cada una y para qué tipo de
conversaciones o argumentaciones se manejan.
En el estudio de las falacias, varias personas le quisieron conceder un
significado a su nombre, sin embargo, solamente una de estas personas acertó o
esto es lo que más concuerda con dicho tema y su significado es este: (una
falacia es un argumento que parece ser válido, pero no lo es).
Con las falacias hay una presuposición de cómo se cometen, por ejemplo;
algunas se cometen intencionalmente, ya sea para persuadir o para la manipulación de los demás, otras por lo
contrario se han debido por descuidos o dicha ignorancia de estas.
En este tema nos habla de cómo un argumento puede tener premisas
verdaderas y conclusión verdadera, y aun así puede ser falaz.
También nos habla de que el estudio de las falacias se remota por lo
menos hasta la época de Aristóteles, quien en sus “Refutaciones Sofisticas” identifico
y clasifico trece tipos de ellas. Las seis primeras dependen de la ambigüedad,
de la anfibología, de las combinaciones de palabras, divisiones de palabras,
acento y formas de expresión. Y en las otras siete no dependen del lenguaje,
entre ellas los accidentes, la falacia de las muchas preguntas, la petición de
principio y la afirmación del consecuente.
Nos explicara cómo no solo en la lógica son de especial relevancia las
falacias sino que en otros aspectos cotidianos como lo es la política, la
retórica, el derecho la ciencia, la religión, etc., en cualquier área de argumentación y persuasión.
DESARROLLO
En lógica,
una falacia (del latín fallacia,
«engaño») es un argumento que
parece válido, pero no lo es. Algunas falacias se
cometen intencionalmente, para persuadir o
manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención, debido a
descuidos o ignorancia. En ocasiones las falacias pueden ser muy sutiles y persuasivas,
y puede hacer falta mucha atención para detectarlas.
El que un
argumento sea falaz no implica que sus premisas o conclusión sean
falsas. Un argumento puede tener premisas verdaderas y conclusión verdadera, y aun
así ser falaz. Lo que hace a un argumento falaz es la invalidez del argumento
en sí. De hecho, inferir que una proposición es
falsa porque el argumento que la tiene por conclusión es falaz, es en sí una
falacia, conocida como argumento ad logicam.
El
estudio de las falacias se remonta por lo menos hasta Aristóteles, quien
en sus Refutaciones sofísticas identificó y clasificó trece tipos de
falacias. Desde entonces, cientos de otras falacias se han agregado a la lista,
y se han propuesto varios sistemas de clasificación.
Las
falacias son de interés no sólo para la lógica, sino
también para la política, la retórica,
el derecho,
la ciencia,
la religión,
el periodismo,
la mercadotecnia, el cine y en general, cualquier área donde la
argumentación y la persuasión sean de especial relevancia.
Definiciones
Todavía
no hay acuerdo sobre la mejor definición de «falacia», y existen muchas
propuestas en competencia. En 1970, Charles Hamblin publicó una obra
seminal titulada Falacias, que rastrea el desarrollo de la noción
desde Aristóteles hasta mediados del siglo XX, y concluye que la definición
estándar de «falacia» es «un argumento que parece válido, pero no lo
es». Autores posteriores como Ralph Johnson y Hans Hansen cuestionaron
esta conclusión y propusieron definiciones alternativas, mientras que
otros autores, como Douglas Walton, defendieron la aproximación de Hamblin.
Algunas
definiciones alternativas a la de Hamblin hacen énfasis en las fallas lógicas
de las falacias. Por ejemplo, algunos definen a las falacias como
argumentos deductivamente inválidos o con muy poco apoyo inductivo. El
problema con esta definición es que algunas falacias consisten en argumentos
deductivamente válidos, cuya falla está en otra parte, por ejemplo el falso dilema o
la petición de principio. Algunos enmiendan esta definición
agregando que los argumentos no falaces, además de tener validez deductiva o
apoyo inductivo, deben tener premisas verdaderas y bien justificadas, y no caer
en la petición de principio. Esta definición tiene la ventaja de que
incluye a los falsos dilemas y a las peticiones de principio como falacias,
pero tiene la desventaja de que también incluye como falacias a muchos
argumentos legítimos, por ejemplo argumentos científicos del pasado que tenían
premisas falsas, pero que sin embargo eran argumentos muy serios y bien
intencionados.
Van
Eemeren y Grootendorst proponen una definición «pragma-dialéctica», en la que
las falacias se conciben como violaciones de las reglas de la
discusión. Así por ejemplo, si una regla de la discusión es no atacar al
oponente a nivel personal, se sigue que todo argumento ad hominem es falaz. Una dificultad con esta
aproximación sin embargo, es que no hay acuerdo sobre la mejor manera de
caracterizar las reglas de una discusión.
La
falacia lógica es un modo o patrón de razonamiento que siempre o casi siempre
conduce a un argumento incorrecto. Esto es debido a un defecto en la estructura
del argumento que lo conduce a que este sea inválido. Las falacias lógicas
suelen aprovecharse de los prejuicios o sesgos cognitivos para parecer lógicas.
Cambiándose, a veces, el error inconsciente o involuntario por una manipulación
deliberada. Por eso, las falacias lógicas son los mecanismos automáticos más
comunes para poner en práctica los sesgos cognitivos. Algunas importantes
falacias lógicas que emplean los sesgos cognitivos se muestran a continuación.
Véase también control social, control mental, propaganda, lavado de cerebro.
Generalmente
los razonamientos falaces no son tan claros como los ejemplos. Muchas falacias
involucran causalidad, que no es una parte de la lógica formal. Otras
utilizan estratagemas psicológicas como el uso de relaciones de poder entre el
orador y el interlocutor, llamamientos al patriotismo, la moralidad o el ego
para establecer las premisas intermedias (explícitas o implícitas) necesarias
para el razonamiento. De hecho, las falacias se encuentran muy a menudo en
presunciones no formuladas o premisas implícitas que no son siempre obvias a
primera vista.
Ejemplos
Petición de principio
Es una
falacia que ocurre cuando la proposición a
ser probada, es decir la conclusión del
argumento, se encuentra implícita o explícitamente entre las premisas. Por
ejemplo el siguiente argumento es una petición de principio:
1.
Yo siempre digo la verdad.
2.
Por lo tanto, yo nunca miento.
En este
argumento, la conclusión está contenida en la premisa, pues decir la verdad es
sinónimo de no mentir. Las peticiones de principio resultan más persuasivas
cuando son lo suficientemente largas como para hacer olvidar al receptor que la
conclusión ya fue admitida como premisa.
Formalmente,
las peticiones de principio son argumentos deductivamente válidos, pues es
deductivamente válido que de A se sigue A. Existe desacuerdo acerca de por qué
algunos argumentos deductivamente válidos se consideran peticiones de principio
y otros no. Una propuesta es que la diferencia es psicológica: si la
conclusión nos parece demasiado obvia con respecto a las premisas, entonces
consideramos que el argumento es una petición de principio, de lo contrario no.
La petición de principio es una forma de razonamiento circular, y como tal puede dejar de ser falaz si es lo
suficientemente amplia. Por ejemplo, en los diccionarios las
definiciones son siempre circulares (pues definen palabras a partir de más
palabras), pero no por eso dejan de ser informativas, y por lo tanto no se
consideran problemáticas. Del mismo modo, una petición de principio lo
suficientemente amplia puede dejar de ser un círculo vicioso para
pasar a ser un círculo virtuoso.
Afirmación del consecuente
Se comete
al razonar del siguiente modo:
1.
Si A, entonces B
2.
B
3.
Por lo tanto, A
Por
ejemplo:
1.
La gente honrada está en libertad.
2.
Yo estoy en libertad.
3.
Por lo tanto, soy honrado.
La
primera premisa solo nos da información de qué pasará si se es honrado, pero no
dice nada sobre qué sucede si se está en libertad. Uno puede no ser honrado pero
estar en libertad por no haber sido descubierto y juzgado.
Otro
ejemplo es el siguiente:
1.
Todos los perros son bonitos.
2.
Doggy es bonito.
3.
Por lo tanto, Doggy es un perro.
Lo falaz
de este argumento se puede ver con mucha claridad en la siguiente variación.
1.
Todos los perros son bonitos.
2.
El Sol es bonito.
3.
Por lo tanto, el Sol es un perro.
La
conclusión puede llegar a ser verdadera de manera casual. En este caso podría
coincidir que hubiese un perro al que llamasen Doggy o el Sol. Aun acertando,
el razonamiento seguiría siendo una falacia, ya que esto no depende de la
conclusión, sino del razonamiento en sí mismo.
Generalización apresurada
Ejemplo:
«Me encanta esta canción, por lo tanto me gustará también todo el álbum en el
que está». Es una falacia porque el álbum puede no ser tan bueno como la
canción escuchada.
Una muestra sesgada es
una muestra que ha sido falsamente considerada como la típica de una población
de la cual ha sido tomada.
Ejemplo:
Alguien puede decir «A todo el mundo le gustó la película» sin mencionar que
«todo el mundo» fue él y tres de sus compañeros, o un grupo que son fans del
artista. Los sondeos en línea y las muestras por llamadas voluntarias son un
tipo particular de este error, porque las muestras están implícitamente
preseleccionadas o autoseleccionadas. En el mejor de los casos, esto significa
que las personas que se preocupan más sobre el asunto responderán u opinarán y
en el peor de los casos, solo aquellas que sintonicen una radio particular, un
periódico particular o una lista política.
Ejemplo:
«He visto a hombres (Pedro y Juan) jugar bien al fútbol, por consiguiente todos
los hombres juegan bien al fútbol». Véase el artículo «falacia arreglo de bulto» o generalización apresurada. Todas las citadas son falacias de generalización
las cuales se pueden agrupar dentro de una de las trece falacias identificadas
por Aristóteles; la
falacia de destrucción de la excepción o accidente (falacia) a dicto simpliciter ad dictum secundum
quid. Ejemplo: 1) Cortar a personas con cuchillos es un crimen [aunque en
algunos casos esto no es cierto; es permisible, por ejemplo, en defensa
propia]; 2) los cirujanos cortan a las personas con cuchillos; 3) los cirujanos
son criminales.
Post hoc ergo propter hoc
Es una
expresión latina que significa «después de esto, luego a consecuencia de esto»
es un tipo de falacia que asume que si un acontecimiento sucede después de
otro, el segundo es consecuencia del primero. Es verdad que una causa se
produce antes de un efecto pero la falacia viene de sacar una conclusión
basándose solo en el orden de los acontecimientos, es decir, no siempre es
verdad que el primer acontecimiento produjo el segundo acontecimiento. Esta
línea de razonamiento es la base para muchas creencias supersticiosas y
de pensamiento mágico. Véase teoría del dominó o también cum hoc, ergo propter hoc que no hace hincapié en el orden aunque sí en
la correlación de dos sucesos.
Falacia del francotirador
Es una
falacia lógica donde la información que no tiene relación alguna es
interpretada, manipulada o maquillada hasta que ésta parezca tener un sentido.
El nombre viene de un tirador que disparó aleatoriamente varios tiros a un
granero y después pintó una diana centrada en cada uno de los tiros para
autoproclamarse francotirador. Tiene que ver con el sesgo cognitivo ilusión de serie donde las personas tienden a ver patrones
donde solo hay números aleatorios. Esta falacia no se aplica cuando uno tiene
una predicción o una hipótesis particular antes de observar los datos. Uno
podría tener una teoría de cómo debería comportarse algo o el patrón que debe
seguir algo y comprobar mediante pruebas empíricas o datos que de hecho es así
(método científico). Alternativamente, se pueden tomar los datos
observados para construir una hipótesis tal como hace el francotirador pero
luego es necesario ensayar la hipótesis con nuevos datos. Véase test de hipótesis. Uno no puede usar la misma información para
construir y después ensayar o testar la hipótesis ya que incurriría en la
falacia del francotirador.
Falacia del hombre de paja
Es una
falacia lógica basada en la confusión de la posición del oponente. Generar un
«hombre de paja» es crear una posición fácil de refutar y luego atribuir esa
posición al oponente para destrozarlo. En realidad el argumento real del
oponente no es refutado sino el argumento ficticio que se ha creado. El nombre
viene de los hombres de paja que se usan para entrenar en el combate y que son
fáciles de abatir. Es decir, se atacan los flecos o posibles
malinterpretaciones que se puedan hacer de la premisa. Ejemplo: Pedro: «Pienso
que los niños no deberían correr por calles con mucho tráfico». Juan aprovecha
y crea una posición clara de ataque: «Yo pienso que sería estúpido encerrar a
los niños todo el día sin respirar aire limpio». De esta manera, Juan puede atacar
una posición radical y fácil que Pedro nunca quiso dar a entender. La única
manera de evitar el hombre de paja es que Pedro lo destruya antes que Juan o
poner en evidencia la intención de Juan de crearlo para confundir.
Falacia del alegato especial
Esta
falacia tiene lugar cuando alguien, en su argumentación, recurre
o hace alusión a una visión o sensibilidad especial del tema objeto de debate
y, bien sea de manera implícita o explícita, esta persona mantiene que el
oponente posiblemente no puede comprender las sutilezas o complejidades del
tema en cuestión, porque no alcanza el nivel de conocimiento o la empatía que
supuestamente se requiere. Detrás de tal alegato especial o pretensiones
de una visión profunda o empatía se presume que las opiniones del sujeto no
pueden ser evaluadas por el oponente porque este no tiene la capacidad de hacer
ningún juicio válido. Todas estas pretensiones se deben tratar con
profundo escepticismo. Los alegatos especiales pueden tomar muchas formas y ser empleados en
una amplia variedad de contextos, siendo muy comunes en las columnas de opinión de periódicos, discursos políticos, debates
televisivos y similares. Con frecuencia las religiones y
las pseudociencias los
utilizan como recurso retórico, al
carecer de argumentos válidos para demostrar o defender sus tesis.
Argumento a silentio
Consiste
en considerar que el silencio de un ponente o interlocutor sobre un asunto X
prueba o sugiere que el ponente es un ignorante sobre X o tiene un motivo para
mantenerse en silencio respecto a X. En relación con esta falacia, es necesario
hacer referencia a la doctrina jurídico-procesal llamada «de los actos
propios», por la cual, en una de sus aplicaciones más frecuentes, si una de las
partes en un proceso no alega cierto hecho, dato, prueba o argumento
disponiendo de trámite para hacerlo, se presumirá que carece del mismo. Por
tanto, aunque lógicamente el argumento a silentio o ex
silentio es una falacia, porque el silencio de un interlocutor no
puede tomarse como prueba de certidumbre de lo dicho por un interlocutor
contrario, en el terreno de la pura retórica puede ser un indicio de falta de
argumentos o de falta de capacidad para contrarrestar dialécticamente los
argumentos expuestos por la adversa. Esta presunción se realiza en el terreno
jurídico por ser este un terreno subjetivo marcado por leyes que están hechas
para que la mayoría pueda quedar satisfecha. Y esto es así porque la mayoría
posee el prejuicio de que el silencio de un interlocutor implica la falta de
argumentos o un motivo particular para tenerlo y también porque el que rompe el
estado de normalidad tiene la obligación de probar con argumentos las
acusaciones. Véase Falacia de eludir la carga de la prueba.
Argumento ad consequentiam
Es un
argumento que concluye que una premisa (típicamente una creencia) es verdadera
o falsa basándose en si esta conduce a una consecuencia deseable o indeseable.
Es una falacia porque basar la veracidad de una afirmación en las consecuencias
no hace a la premisa más real o verdadera. Asimismo, categorizar las
consecuencias como deseables o indeseables es intrínsecamente una acción
subjetiva al punto de vista del observador y no a la verdad de los hechos.
·
«El presidente no ha robado fondos del Estado,
porque si lo hubiera hecho, habría perdido las elecciones».
·
«Dios debe de existir, porque si no existiera no
habría moral y el mundo sería horrible».
·
«El jugador hizo todo lo que pudo, porque, si no,
no hubiéramos ganado el partido».
Argumento ad baculum
Es un
argumento donde la fuerza, coacción o amenaza de fuerza es dada como
justificación para una conclusión. Es un caso especial negativo del argumentum ad consequentiam. Este tipo de falacia se da en los casos en los
que se duda en intervenir o no, en un conflicto. Se basa la decisión en
algunos, en la consecuencia de actuar o no actuar, lo que justifica la
intervención. Sin embargo, aunque estas decisiones preventivas previas,
modifican forzosamente las predichas y subjetivas consecuencias, no aclaran la
necesidad de actuar o no aseguran la verdad de las premisas en las mismas. El
miedo a las consecuencias no puede ser el motor de ninguna decisión ni es capaz
por sí mismo de hacer más veraz una posibilidad.
·
Ejemplo: «Iraq tiene armas de destrucción masiva.
Como esto puede provocar una guerra muy peligrosa debe ser verdad y por tanto
es necesaria una intervención».
·
Ejemplo: «Debes creer en Dios, porque si no lo
haces irás al infierno».
La única
manera de saber la veracidad de una afirmación es basándose en los argumentos
que la apoyen. La intervención, que es una manera específica de resolución, es
también una acción que es independiente de la veracidad de la afirmación, y
tiene más que ver con la inteligencia para discernir cuál es la mejor manera de
actuar, esta vez sí, en función de las consecuencias deseadas y a partir de las
verdades encontradas, situación, entorno, etc. También es posible que se sea
consciente de lo falaz de nuestra lógica y que igualmente por otras razones
como egoísmo, intereses o por miedo a la simple probabilidad no nula de
amenaza, prefiera uno equivocarse y actuar como si estuviera seguro a
esforzarse en hallar la verdad.
Argumento ad hominem
Consiste
en replicar al argumento atacando o dirigiéndose a la persona que realiza el
argumento más que a la sustancia del argumento. Tu quoque en
el que se desvelan trapos sucios suele ser un mecanismo.
Por
ejemplo, dices que este hombre es inocente pero no puedes ser creíble porque tú
también eres un criminal.
Argumento ad ignorantiam
Un argumento ad
ignorantiam o argumentum ad ignorantiam,
también conocido como llamada a la ignorancia, consiste en sostener
la verdad o falsedad de una afirmación alegando que no existe evidencia o
prueba de lo contrario, o bien alegando la incapacidad o la negativa de un
oponente a presentar pruebas convincentes de lo contrario. Quienes
argumentan de esta manera no basan su argumento en el conocimiento, sino en la ignorancia, en la
falta de conocimiento. Esta impaciencia con la ambigüedad suele criticarse
con la frase: «la ausencia de prueba no es prueba de ausencia». Es decir, se
comete esta falacia cuando se infiere la verdad o falsedad de una proposición basándose
en la ignorancia existente sobre ella. Un argumento ad ignorantiam no
respeta el principio de suficiencia, y viola también el principio de que la
carga de la prueba para cualquier afirmación general recae en la persona que
establece la afirmación.
·
Ejemplo: Scully: « ¿Que tu hermana fue abducida por
alienígenas? Eso es ridículo». Mulder: «Bueno, mientras no puedas probar lo
contrario, tendrás que aceptar que es cierto». (De la serie de televisión
Expediente X).
·
Argumento ad
populum
Es un
argumento falaz que concluye que una proposición debe ser verdadera porque
muchas personas lo creen así. Es decir, recurre a que «si muchas personas lo
creen así, entonces será así». En ética el argumento falaz sería «si muchos lo
encuentran aceptable, entonces es aceptable». Esta falacia hace uso del
prejuicio efecto carro ganador. Esta falacia es un tipo de falacia genética o basada en el origen de las cosas. Es una
falacia porque el mero hecho de que una creencia esté ampliamente extendida no
soporta o no la hace necesariamente correcta o verdadera. Esto se basa en que
si una opinión individual puede ser incorrecta, entonces la opinión sostenida
por muchas personas también puede serla. La veracidad o falsedad de una
afirmación es independiente o no reside en el número de personas que creen en
ella. Esta falacia se usa mucho en publicidad.
·
Ejemplo: «Cincuenta millones de fans no pueden
estar equivocados».
·
Ejemplo: «La marca X es la marca líder en Europa,
por eso deberías comprar productos de esta marca».
·
Ejemplo: «La mayor parte de la gente del planeta
cree en algún dios, y no se conocen entre sí. Eso no puede ser coincidencia:
Dios debe existir»
·
Ejemplo: «Los ecologistas dicen que el
calentamiento global está sucediendo porque la mayoría de los científicos dicen
y lo creen así».
Esto es
una afirmación falaz. Sin embargo, la ciencia trabaja sobre la prueba, no sobre
el voto popular, así es apropiado fijarse más en las pruebas que
se presentan más que en el número de personas que lo afirman o lo niegan. Esto
lleva a que los resultados en democracia no
pueden catalogarse como buenos o malos por el número de votantes tan solo se
puede afirmar que el resultado es el que el mayor número de personas quiere y
eso en democracia debe
ser suficiente. Votar por una solución o voto plural como método para saber si una afirmación es
cierta o falsa es falaz e incorrecto. Un espectador de un juicio que observa
una votación y no los argumentos no puede deducir después de la votación o por
el resultado si lo votado es cierto o no. Esto es así porque la votación pudo
haberse llevado a cabo a través de los prejuicios y no a través de los
argumentos. De igual manera si la lógica es llevada solo a través de argumentos
sólidos no sería necesaria la votación. Tanto la democracia como los juicios no
obvian esto sino que simplemente hacen la falacia irrelevante definiendo leyes
que son subjetivas más que objetivas. Es decir, no se trata de hallar la verdad
o lo mejor posible sino de encontrar una solución que agrade a la mayoría. En
los juicios por votación, para evitar en lo posible un efecto carro ganador, existe
la presunción de inocencia y, además, la idea de que la simple posibilidad,
suposiciones o pruebas circunstanciales no deben ser tenidas en cuenta por el
jurado. Existen excepciones como en etiqueta y protocolo. Estas solo dependen
de la aceptación mayoritaria de estos, es decir, son totalmente subjetivos al
número así que un argumento ad populum no es falaz en para estos casos.
Ejemplo: En Rusia la mayoría piensa que es cortés entre hombres besarse en cada
encuentro. Por consiguiente, es cortés para los hombres hacerlo en Rusia. Otra
excepción es cuando el argumentum ad populum implica implícitamente un argumento «de
seguridad» por convención pero no se centra en si es mejor o peor el sistema.
Ejemplo: Todos conducen por la derecha. Por tanto, para no tener problemas
deberías conducir por la derecha.
Argumento ad nauseam
Es un
tipo de falacia dirigida a las emociones en el que las personas creen que es
más posible que una afirmación sea cierta (o sea aceptada como verdad) cuanto
más veces haya sido oída. Esta falacia está dirigida a las emociones porque el
hastío o ad náuseam que se genera subjetivamente o en cada
persona por la repetición de la afirmación es tal que puede hacer cambiar el
concepto de ésta sin llegar a escuchar ningún argumento válido. De esta manera,
un argumentum ad náuseam es
aquel que emplea repetición constante de una afirmación hasta que los
receptores se convencen de esta. Este tipo de técnica falaz es usada mucho en
política, donde ―sin emplear argumentos o pruebas de un hecho― se repite una y
otra vez la misma afirmación hasta la conversión. Sin embargo, por mucho más
que se repita o más esfuerzo se ponga en hacerlo, esto no hace a la afirmación
más real o verdadera. Esta falacia viene de la falsa creencia de que si alguien
se molesta o dedica tanta energía para la repetición de un mensaje es porque
éste debe ser más veraz que otro que no se molesta o puede rebatirlo.
Véase efecto del carro ganador y sesgo de la debilidad y fortaleza.
Argumento ad verecundiam
Esta
falacia lógica consiste en basar la veracidad o falsedad de una afirmación en
la autoridad, fama, prestigio, conocimiento o posición de la persona que la
realiza. Un tipo especial de esta falacia es la falacia argumentum ad crumenam donde se considera más veraz una afirmación
porque la persona que la realiza es rica o por el contrario enargumentum ad lazarum porque el pobre o de menor clase quien la
realiza. La veracidad de un hecho o afirmación no depende, en último estado, de
la persona que la realice sino de las pruebas o argumentos que se presenten.
Esta falacia también puede considerarse una variante del argumentum ad hominem ya que también subjetiviza la veracidad o
falsedad de una afirmación en la calificación de un individuo. Sin embargo, al
igual que a través de la experimentación se tratan de encontrar excepciones y
si no se encuentran se puede considerar una teoría como verdadera, igualmente
se puede hacer con las autoridades. Un argumento que apela a la autoridad y no
falaz sino lógico en función de sus premisas sería:
1.
A realiza una afirmación B
2.
A nunca está confundido, equivocado o deshonesto
3.
por lo tanto, la afirmación B debe ser tomada en
consideración, que no como cierta.
Tanto
como la premisa 2 sea cierta su conclusión también lo será. Así apelar a una
autoridad puede ser lógicamente correcto mientras haya sido suficientemente
probada su autoridad y no se hayan encontrado excepciones. Esto no quiere decir
que la afirmación sea cierta y no se encuentre una excepción pero esto es algo
que es inevitablemente y energéticamente hablando no puede evitarse por el
número de pruebas y test que deberían hacer para tomar decisiones. Ejemplos
falaces son los siguientes: «esa afirmación es verdad, porque lo he visto en
televisión» o «esto debe ser verdad porque aparece en Wikipedia» o «lo dice la
revista científica Nature, por consiguiente debe ser cierto». En
todos estos casos si no se conocen o se ha experimentado con las fuentes se
genera un ipse dixit.
Argumento ad antiquitatem
Es una
falacia lógica típica en la que una tesis es proclamada como correcta basándose
en que ésta ha sido tradicionalmente considerada correcta durante mucho tiempo.
En definitiva, «esto es correcto porque siempre se ha hecho de esta manera».
Este argumento hace dos suposiciones:
1.
que la antigua manera de pensar fue probada como
correcta cuando se introdujo (lo cual puede ser falso, ya que la tradición
puede estar basada en fundamentos incorrectos);
2.
las razones que probaron este argumento en el
pasado son actualmente vigentes para hoy. Si las circunstancias han cambiado
esto puede ser falso. Por otro lado, esta falacia también asume que mantener
el statu quó es preferible o deseable ante la posibilidad
de un cambio, lo cual puede ser también incorrecto.
Por
ejemplo: «En Navidad siempre hemos traído a casa árboles arrancados del bosque,
¿por qué ahora tendremos que comprar uno de plástico?».
Historia
En
los diálogos platónicos aparecen ejemplos de diversas falacias, si
bien no se hace una clasificación sistemática de las mismas. El Eutidemo discute
una gran cantidad de falacias e intenta llegar a conclusiones sobre su validez
o invalidez. El primer estudio más elaborado sobre las falacias se remonta
a Aristóteles, quien
en un trabajo titulado Refutaciones sofísticas, identificó y clasificó trece falacias.
Clasificaciones
A lo
largo de los siglos, se han propuesto varias maneras distintas de clasificar
las falacias, pero todavía no se llega a una clasificación o taxonomía definitiva. En
esta sección se exponen algunas de las clasificaciones más influyentes.
La
primera clasificación fue la de Aristóteles, quien dividió a las trece falacias
que identificó en dos grupos: las que dependen del lenguaje y las que
no. En el primer grupo puso seis falacias que dependen de ambigüedades,
anfibologías, combinaciones de palabras, divisiones de palabras, acento y
formas de expresión. En el segundo grupo puso las siete falacias que no
dependen del lenguaje, entre ellas los accidentes, la falacia de las muchas preguntas, la petición de principio y la afirmación del consecuente.
Otra
clasificación conocida es entre falacias formales e informales. Las
primeras son aquellas cuya invalidez se puede demostrar mediante métodos
formales, tales como la afirmación del consecuente y la negación del antecedente. Las segundas son aquellas cuya invalidez depende
del contenido de los argumentos o de la intención del que argumenta, por
ejemplo la falacia del hombre de paja o los argumentos ad hominem.
Aún otra
clasificación es entre falacias deductivas e inductivas. Las
falacias deductivas son aquellas que pretenden validez deductiva, aunque
no lo logren, como por ejemplo la afirmación del consecuente. Las falacias inductivas son aquellas que sólo
pretenden dar apoyo inductivo a
la conclusión, aunque tampoco lo logren, como por ejemplo la generalización apresurada
Falacias
en los medios de comunicación y la política
Las
falacias se usan frecuentemente en artículos de opinión en los medios de comunicación y en política. Cuando
un político le dice a otro «No tienes la autoridad moral para decir X», puede
estar queriendo decir dos cosas:
·
Usar un ejemplo de la falacia del ataque personal
o falacia ad hominem, esto es, afirmar que X es falsa atacando a la
persona que la afirmó, en lugar de dirigirse a la veracidad de X.
·
No ocuparse de la validez de X, sino hacer una
crítica moral al interlocutor (y de hecho es posible que el político esté de
acuerdo con la afirmación). En este último caso, la falacia consiste en evadir
el tema, dando solo una opinión, no relevante, sobre la moralidad del otro.
Es
difícil, por ello, distinguir falacias lógicas, ya que dependen del contexto.
Otro
ejemplo, muy extendido es el recurso al argumentum ad verecundiam o falacia de la autoridad. Un ejemplo clásico
es el ipse dixit (‘él mismo lo dijo’) utilizado en la
Antigüedad para conservar intacto el pensamiento de Pitágoras. Un
ejemplo más moderno es el uso de famosos en anuncios: un producto que deberías
comprar/usar/apoyar solo porque tú famoso favorito lo hace.
Una
referencia a una autoridad siempre es una falacia lógica, aunque puede ser un
argumento racional si, por ejemplo, es una referencia a un experto en el área
mencionada. En este caso, este experto debe reconocerse como tal y ambas partes
deben estar de acuerdo que su testimonio es adecuado a las circunstancias. Esta
forma de argumentación es común en ambientes legales.
Otra
falacia muy usada en entornos políticos es el argumentum ad populum, también llamado sofisma populista. Esta falacia
es una variedad de la falacia ad verecundiam. Consiste en atribuir
la opinión propia a la opinión de la mayoría y deducir de ahí que si la mayoría
piensa eso es que debe ser cierto. En cualquier caso muchas veces la propia
premisa de que la mayoría piense eso puede ser falsa o cuando menos dudosa ya
que, en muchos casos, dicha afirmación no puede ser probada más que con algún
tipo de encuesta que
no se ha realizado. En caso de ser cierto tampoco se justifica el razonamiento
porque la mayoría piense eso. Se basa en la falsa intuición de que el pueblo
tiene autoridad: «tanta gente no puede estar equivocada«. Se suele oír con
frases del tipo «todo el mundo sabe que...», o «...que es lo que la sociedad
desea», así como «la mayoría de los españoles sabe que...».
Por
definición, razonamientos que contienen falacias lógicas no son válidos, pero
muchas veces pueden ser (re) formulados de modo que cumplan un modo de
razonamiento válido. El desafío del interlocutor es encontrar la premisa falsa,
esto es, aquella que hace que la conclusión no sea firme.
CONCLUSIÓN
En mi opinión acerca de las falacias es que son una
mentira o una falsedad que se puede cubrir con un argumento que tenga premisas
y conclusión verdadera, de este modo pasaran desapercibidas o parecer validas
aunque en realidad no lo sean.
Desde hace mucho tiempo las falacias han subseguido en
nuestro entorno sin siquiera saberlo, al menos muchos de nosotros no.Pero
siempre han sido de interés en la lógica y en otros ámbitos como lo son la
política, la ciencia, la religión, etc., en cualquier área donde se maneje la
argumentación son de especial relevancia.
Muy interesante y muy claro.
ResponderEliminarbro me ayudo mucho pero me dio risa la foto del mono con cara de humano jajaja :v
ResponderEliminar×2 esta muy largo para copiarlo
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